Graneleros, pero relevantes
Andrés Gómez Bueno, presidente de Unistock Europe.
- 04 marzo 2022 05:20
- Andrés Gómez Bueno
El rol que jugamos los operadores portuarios en la cadena de suministro de la producción animal está considerado como “crítico” por la Comisión Europea, y no es para menos. En España arrastramos un importante déficit de materias primas agroalimentarias para cubrir las necesidades de nuestra población en cuanto a suministro de carne, leche, huevos, etc. Sin embargo, somos uno de los principales exportadores mundiales de carne de cerdo a China, el mayor consumidor en términos de kilogramo de carne per cápita al año, si no el mayor.
¿Cómo puede ser que países con una importante capacidad de exportación de cereal y harinas proteicas no lo aprovechen para producir carne y generar más valor añadido? El motivo es que su cadena de producción no es tan eficiente como la española. Pese a ser deficitaria en la disposición de materias primas y necesitar obtenerlas del exterior, nuestra industria ganadera es extraordinariamente competitiva. Los fabricantes de pienso y los ganaderos son los protagonistas en la consecución de este logro tan relevante. Pero permítanme matizar que, sin unos operadores portuarios de primer nivel mundial, esto no sería posible.
En Unistock Europe aglutinamos a asociaciones y empresas que operamos en los puertos de la UE con graneles agroalimentarios. Coordinamos la interlocución con la Comisión y el Parlamento Europeo, compartimos mejores prácticas, elaboramos guías que son una referencia para las administraciones públicas, formamos parte de órganos como el EFSCM y organizamos actividades que promueven el dinamismo del sector.
El próximo evento, que se celebrará en Santander los días 30 de junio y 1 de julio, será especialmente relevante. Mi implicación activa en Unistock durante varias décadas, tanto a nivel nacional como europeo, me permite identificar dos fases diferenciadas. La primera fue la oleada de regulación europea generada como respuesta a las distintas crisis de salud pública surgidas en la cadena de producción agroalimentaria, a finales del siglo pasado: glosopeda, dioxinas, encefalopatía espongiforme bovina, etc.
Este movimiento arrancó en 2002 con el reglamento 178/02 y culminó en 2005 con el 183/05, si bien en ningún momento dejó de actualizarse. Pero fue en esos años cuando se sentaron las bases que marcaron la diferencia entre la Unión Europea y el resto del mundo en cuanto a garantías de higiene y seguridad en la cadena de suministro agroalimentaria. Si bien esta regulación fue, en mi opinión, excesiva en algunos aspectos, no deja de ser un éxito en términos de resultados, ya que las crisis alimentarias se redujeron drásticamente tanto en frecuencia como en gravedad.
El riesgo cero no existe y siempre saltarán episodios puntuales, pero nadie duda de que Europa es líder mundial en cuanto a inocuidad de los alimentos. Países especialmente capaces como el nuestro, se han consolidado como campeones internacionales en sectores muy relevantes, lo que demuestra que el miedo de que ese tan elevado nivel de exigencia nos volviera no competitivos, no estaba justificado.
Formar parte de Unistock me permitió aportar impresiones, objeciones y sugerencias que fueron transmitidas eficazmente a los funcionarios encargados de ir preparando las directivas y reglamentos. Al mismo tiempo, mantuve relaciones estrechas con colegas de puertos de España y otros países, aprendiendo a competir en un marco general de colaboración. Soy de la opinión que en el mundo que vivimos es imprescindible aprender a competir y colaborar. Lejos de ser un juego de suma cero, es un círculo virtuoso en el que todas las partes salen ganando: competidores, clientes y proveedores.
En estos momentos estamos viviendo, tras unos años de cierta calma, el inicio de una nueva fase. Una vez alcanzado un nivel muy elevado de protección de la salud humana y animal, ámbito en el que también somos líderes, toca apuntar más alto y ponerse como objetivo elevar el nivel de salud de nuestro ecosistema.
¿Qué instrumentos está desarrollando la Unión Europea para mejorar la sostenibilidad del sector agroalimentario?
El plan, bautizado como Farm to Fork, se está vertebrando en torno a una serie de objetivos muy ambiciosos (y discutidos) que deberíamos alcanzar en 2030. Los más importantes son reducir el uso de pesticidas y fertilizantes químicos, aumentar la producción de agricultura ecológica o combatir la deforestación en aquellas zonas del planeta en la que todavía hay una masa forestal significativa. El equipo de Unistock en Bruselas, coordinado con el de cada país miembro, está permitiendo una vez más que nuestra voz sea escuchada por aquellos que elaboran las normativas. Obviamente, no podemos dictar la legislación pero sí contribuir al bien común a partir de nuestra experiencia y conocimiento directo del sector.
Se avecinan tiempos fascinantes. Si la historia es interesante, el presente y el futuro lo son mucho más. Los avances tecnológicos, como las nuevas técnicas genómicas, la sensorización de los medios de producción o la explotación de la ingente cantidad de datos que genera nuestra actividad, constituyen los mimbres de una disrupción en nuestro sector, que no tendrá nada que envidiar a la que ya está viviendo la banca o el comercio minorista.
Formar parte de una asociación empresarial como la nuestra, dedicar tiempo no solo a competir, sino también a colaborar, permite “surfear la ola” en lugar de acabar ahogado en ella. Todo ello contribuye a que el rol de Unistock, como representante de un sector crítico, adquiera cada vez más relevancia. A mayor incertidumbre y mayor dificultad, más valioso el formar parte de un ente que articula la interacción con la administración a todos los niveles, facilita el intercambio de información y procesos entre pares y contribuye a que seamos relevantes, incluso siendo simples graneleros.