- 27 mayo 2022 05:20
- Última actualización 27 mayo 2022 05:20
Hay ocasiones en las que, al echar la vista atrás, uno solo encuentra desconcierto. Es el recuerdo de momentos trágicos que ninguna explicación consigue consolar.
El sábado 28 de mayo, se cumplirá un año desde que ocurrió el fatal accidente del buque Nazmiye Ana en el Puerto de Castellón. Dos personas fallecieron y otras dos resultaron heridas, una de ellas de mucha gravedad.
Dos nombres resuenan con fuerza en mi cabeza: David y Pedro. Pedro se aferró a la vida, David nos dejó. Fueron 42 días interminables, y recuerdo cada uno de ellos con especial nitidez.
Allí estaban su familia, amigos y compañeros, siempre presentes, vigilantes en el muelle, resistiéndose a abandonarte.
Querían tenerle y despedirse de él. Cuánto dolor, cuánta tristeza, ansiedad, incredulidad… Y, 42 días después, lo encontramos. Y fue el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, patrona de los hombres y mujeres del mar, día en el que le pudimos despedir.
Y de Pedro, qué decir. Que luchó como un titán por su vida, y la vida le dio otra oportunidad. Siempre al servicio de los demás, valiente y querido. Podemos dar gracias de seguir disfrutando de él, de su compañía.
Quién nos iba a decir que la tragedia nos iba a perseguir. Fue como si la mala suerte se hubiese encelado con SEDCAS. En muy poco tiempo, perdimos a cuatro compañeros más: Ramón, Cristian, Pascual y Pablo. Y no me quiero olvidar de los estibadores jubilados que también han fallecido durante este periodo de tiempo.
He escrito estas líneas con el deseo de traer a la memoria los nombres de quienes nos dejaron y el de transmitir a sus familias el cariño de todos los que formamos esta Sociedad.
Es cierto que nos falta el consuelo, pero ha quedado claro que Sedcas es una familia, una gran familia que está unida por fuertes lazos. Unos, atados por la tristeza y el dolor, otros, por el compañerismo y la solidaridad demostrada.
Desde esta perspectiva, nuestro cariño y recuerdo para todos vosotros. En memoria de tantos.
Cuánto dolor, cuánta tristeza, ansiedad, incredulidad… Y, 42 días después, lo encontramos