19 junio 2023 05:20
- Última actualización 19 junio 2023 05:20
Mientras los políticos autonómicos concretan a qué van a jugar durante los próximos cuatro años en el ámbito del transporte y la logística (qué pena que la primera ocasión de dar un golpe en la mesa y mostrar contundencia, proximidad y apoyo al sector se haya perdido en 50 puntos vacíos de logística), un grupo de estibadores valencianos celebraban el 50º aniversario del inicio de su carrera profesional como trabajadores portuarios en el puerto de Valencia.
Sus sonrisas, sus miradas y sus bronceados (estoy segura de que siguen acercándose a la mar en cuanto pueden) me recordaron a mi yayo, estibador de profesión, un hombre serio, trabajador y reservado, que nos dejó en 1992 afectado por las enfermedades laborales que acarrean los muelles.
Ninguno de sus compañeros de colla vivió muchos años porque a las duras condiciones de la faena portuaria se sumaban las consecuencias en los cuerpos del hambre sufrida en la guerra y posguerra, y el desconocimiento de los efectos altamente nocivos de la nicotina en unos bronquios y pulmones castigados por la humedad y el frío.
Hoy la profesión ha evolucionado mucho (y para bien), aunque, sí, siguen quedando flecos que se deben seguir peleando porque la peligrosidad y el impacto en la salud de los estibadores es innegable. No obstante, si mi abuelo viera cómo se trabaja ahora, fliparía.
Y no es que la estiba no quiera que se automatice la actividad, no seamos maniqueos y ridículos
Han pasado más de 30 años, toda una vida, y la evolución en la operativa portuaria, en sus herramientas de trabajo (grúas, vehículos, etc.), en la formación, en el respeto social a la profesión… ha sido bestial. De ahí la curiosidad que me suscitaron las miradas de estos hombres jubilados. Han visto cómo se popularizaba el contenedor, cómo llegaban los megabuques a nuestros muelles, cómo las grúas se agigantaban y cómo la carga y descarga se automatizaba hasta tal punto que la profesión quedaba en el limbo en algunos países… Son historia viva de la profesión, una profesión que busca su sitio en pleno siglo XXI con el convencimiento de que son (muy) necesarios para que la actividad económica mundial no se detenga y que se adaptarán a las nuevas necesidades empresariales con solvencia.
Para construir un mejor futuro para el sector de la estiba portuaria, crear oportunidades, continuar con el desarrollo de esta profesión y trabajar por la formación de los profesionales para garantizar el mejor servicio al puerto y al conjunto de la sociedad, los representantes de los trabajadores portuarios dialogan con las empresas estibadoras de tú a tú. Así quedó de manifiesto, hace unas semanas en Valencia donde Coordinadora Estatal de los Trabajadores del Mar (CETM) celebró su Asamblea. Entre las principales preocupaciones del colectivo, la llegada de la automatización a la labor portuaria y cómo están actuando los gobiernos en la promoción de esta automatización como la panacea de la rentabilidad económica sin tener en cuenta que “los beneficios económicos se van fuera incluso del país y no repercuten en la sociedad que rodea a los puertos y los trabajadores que desarrollan esta actividad”, advirtió Antolín Goya, coordinador general de Coordinadora.
Y no es que la estiba no quiera que se automatice la actividad, no seamos maniqueos y ridículos. La automatización puede generar nuevas oportunidades de trabajo y son conscientes de ello, pero piden garantías, seguridad laboral y formación específica para los que ya están en los muelles. Tampoco es una locura, ¿no?